CONCURSO DE SONETOS
¡Qué faena me haces, ay Paloma!
Un soneto para mí no es tema nimio.
escribiendo me parezco más a un simio
que a un actor de segunda, sin diploma.
En el texto del teatro ya se asoma
la torpeza verbal del gran Tocinio,
que, aún teniendo de César patrocinio,
de su ripio se reía toda Roma.
Por más horas que a este verso yo le echo
procurando que salga divertido
sale un churro torcido y muy maltrecho
Son tres horas las que llevo ya jodido
con los ojos fijados en el techo
pa parir sólo un verso travestido
Diego Ruiz de Assín
Qué quéreis: ¿saber cómo un novato
vivió su prueba de fuego en escena?
Pues con mucha más gloria que pena
y con el ego henchido para rato.
Puedo decirlo sin ningún recato:
me lo he pasado como en verbena.
Me emocioné al ver la sala llena,
y a la gente aplaudiendo a rebato.
En fín, esta experiencia ignota
repetir es todo lo que anhelo
y cómo ya dijo aquella gaviota,
¿Lo mejor? Fué cagarla en pleno vuelo
con un lapsus de lo más idiota
y le cargaran a otro el mochuelo.
Roberto Nehama
He buscado que la rima salte y quiebre
el corral de la prosa, en dónde late,
y pulir un guión, que avance alegre,
al féliz berenjenal del disparate.
He intentado con estas credenciales
atrapar a unos hombres y mujeres
que, mandando a paseo sus quehaceres,
quieran ser, por una tarde, colegiales.
He logrado, como era previsible,
que Palito haga posible este tinglado
trabajando más allá de lo exigible.
Y ahora sé, tras los ratos que he pasado
con los que han hecho entrañable dieznoslibre
que he buscado, he intentado y he logrado.
Germán Álvarez-Garcillán
Llega el día, largamente esperado,
por la espalda me recorre un aire frío...
el telón deja al aire el poderío
de reparto, vestuario y decorado.
¡Brillan todos los actores por su lado!
Más recitan, más el público enmudece:
se sorprende, se ríe, se estremece,
y enloquece cuando el verso va cantado.
Una estrella ordenando a los actores
y un gallego, el escenario y su trasiego:
el libreto deja ver sus esplendores.
Ya tranquila, y al tiempo aún inquieta,
deseaba, señoras y señores,
que acabara y que durara eternamente.
Paloma Cela
AU REVOIR LIBRA 10
Fue una tarde otoñal
con gin tonics y un cubo de hielo –
que Paloma y Germán
nos leyeron el original de Cachito de Cielo
“no os preocupe la voz, el oído,
ni meter la pata,
pero haced el favor
de mear con cuidao, los señores, cerrando la tapa”
Locos por ensayar,
ocupamos todo el recetorio
y en el cuarto de estar
asaltamos el piano, afinado en el “consegvatogio”.
Las bebidas del bar,
una a una, fuimos terminando
y después de cenar
nos dijimos: “cuidado, animal, que estás engordando”
Nueve meses después, llega el parto
y con tanto papeo,
ss muy de agradecer que hayáis soportado a este grupo sin un solo cabreo
además de aguantar,
con sonrisas, todas nuestras bromas.
Es un santo Germán,
y hay que ver la infinita paciencia que tiene Paloma.
Au revoir, Libradiez, de dejamos, se acabó el cachondeo
¡Ay por Dios, qué pavor! Ya se acerca el temible debut en el Ateneo
Au revoir, Libradiez, muchas gracias, Germán y Paloma,
Adios, otra vez. Muchas gracias de todo el elenco, por el gorroneo.
Modesto Joaquín Sabina
UNOS DIAS EN PERNÍAS
Cuando más perdido estaba, por carreteras locales,
entre arenales, montañas y superficies baldías,
y siéndome ya banales - pues nada me esclarecían-
carteles, indicaciones y otro tipo de señales,
me vi al fin en los umbrales de una tal “Casa Pernías”.
“Pernías… O te extravías”, pensaba, volante en mano,
cual todo un Hamlet murciano incapaz de decidir
si seguir ruta perdida o entrar allí a pernoctar.
Y al sentirme sin salida, me decidí por entrar.
Polifásica impresión me llevé del posadero:
vestía toga de letrado, librea de recepción y gorro de cocinero.
Mientras movía con un pie unas morcillas con pisto
y enlataba con la izquierda varios kilos de tomate,
de un embate, con la diestra, me registró en el Registro
y me alargó un Johnny Walker para llevarme al gaznate.
“Pluriempleo necesario para el pequeño empresario”,
se disculpó sin dejar de mirar a sus labores.
“El terrorismo bancario de los neoconservadores
nos arroja al abismo que está usted viendo aquí mismo”.
Un huésped en camiseta, con pinta de ser atleta,
que leía en su tableta asuntos de economía
pasó y dijo “Buen Javier, ¿cuándo empezarás a ver
que lo único que anda mal es el fondo salarial,
que el subsidio es un fastidio que resulta inoportuno?
Ponme más kiwis mañana, a la hora del desayuno.
¡Caudillismo financiero a discreción! ¡Otra solución, no hay!”
“¡Garay con el neocón!”, masculló el pobre hostelero.
En el trecho que hay si accedes a cualquier habitación
lucen su decoración techos, suelos y paredes.
Me revela el hostelero que, en eso, la que se esmera
es su santa, la hostelera, que ha currado sin ahorro.
Lo suyo eran los tocados, y por eso está hasta el gorro.
Deambulando ya más tarde llegué a una sala muy oscura
donde varios personajes, de dudosa catadura,
preparaban con alarde todo un fraude electoral.
Como creo que eso está mal, me fui a dar un paseo.
Al volver para la cena cuál sería mi estupor
al ver la plana mayor del aquel inmoral plantel
sentada a mesa y mantel en mi mismo hotel rural.
Reaccionando acalorado, fui severo e intransigente
y requerí allí al gerente, ahora también camarero.
“No se inquiete usted, señor. Es un grupo unido y tierno
que reverencia la broma y el mensaje irreverente.
Son otros, los del Gobierno, esa pútrida carcoma,
los que, yendo muy de serios, mienten muy solemnemente.
Aquí construimos los días con esmero y armonías.
Aquí nada es lo que es, ni soy yo mismo hostelero.
Las alegrías del mundo son apenas tres o cuatro.
Y estando tan nauseabundo el gran teatro del mundo
es urgente que Pernías sea una sala independiente”.