

Antonio
Si te inclinas
al iniciar un trabajo
a evitar que quede plano,
haces como Paradinas,
que prefirió un perfil bajo
para encarnar a otro enano.
Como era requisito
para poder trabajar
que él se callara un poquito,
le pedimos encarnar
al enanito mudito…
Pero ahí Antonio, tozudo,
alegó, sin negociar,
que él nunca haría de mudo,
que él, de mudito, ni hablar.
Es, como gran compañero,
amoroso e hipersociable.
Y, ya como tesorero,
aplicado, incansable,
sagaz e hipervinculable.
Antoñito, el entrañable,
nos ata a él con un nudo
que nadie ha de desatar.
Pero lo que no es, es mudo.
Antonio, de mudo, ni hablar
Bita
Si un actor necesita
buscarle a todo un porqué;
si objeta lo que recita,
si suscita correcciones,
si al darle de buena fe
la ayuda que solicita
dice “no, eso ya lo sé”,
es porque ese actor es Bita,
llamado Luis Bitaubé.
Si algo le queda de pena
hará saber, con un gesto,
que está mal hecha la escena,
que la dirección no es buena,
que eso es un fallo en el texto
que él solito lo ve y que él solito lo evita.
Porque, para listos, Bita,
llamado Luis Bitaubé.
Y llega Bita el primero
al ensayo semanal
lanzando a Germán y a Pal
todas sus quejas y cuitas.
Las lanza como el granjero
que arroja el grano en pepitas
a las gallinas que ve
a la voz de “Bitas, bitas. Bitas, bitas…”
Pues ese es Luis Bitaubé
Candela
Como una fuerza que vela
por la forma y los colores,
que desvela, pieza a pieza,
cuando viste a los actores
de los pies a la cabeza
su estela de arte mayor,
vestimos los que mejor
porque nos viste Candela.
Con dos líneas generales
de un personaje en barbecho,
Candel te mira, te explora,
agarra cuatro retales
y no pasa ni media hora
que sales de ahí que te sales
del vestuario que te ha hecho.
A esta modista de fuste
le hacemos hoy un regalo…
Esperemos que le guste
aun cuando se lleve un palo.
Consuelo
Consuelo fue convocada,
solo a un mes de la función,
sin sospechar nuestro encargo.
Un mes es ir muy pillada.
Por eso, en compensación,
se le dio el papel más largo.
Dentro de su actuación
se le pedía que afectase
rebeldía, ambición,
celos de toda clase,
sangre fría y gran crueldad.
Que fuera toda una harpía
sobreactuando en exceso
y aun dejándose la crisma.
No se quejó de ese peso.
Nos dijo que, siendo ella misma,
le iría saliendo todo eso.
Consuelo es todo alegría,
dedicación, interés
y apoyo a la compañía
en su muy inestable vuelo.
Una vez que está Consuelo
hay refuerzo y hay un suelo
en donde apoyar los pies
Diego
Hay pastores vascongados
que, cruzando el charco en barco,
en el Méjico lejano
pastorearon ganados.
Ya es Historia ¡Qué más da!
Pero Diego, por lealtad,
decidió ya de su mano
que los puritito aitás
platicaban mexicano
¡Ayvalaostia, nomás!
Sufrieron Pal y Candela
intentando con desgarro
combinar el traje charro
y el tocado de txapela
en audaz indumentaria.
Un atuendo levantisco:
La elegancia de Guetaria,
la bizarría de Jalisco.
Para Diego nada es nimio,
y el acento siempre es
una cuestión de diseño:
ya cuando hizo de Tocinio
puso acento coruñés
a todo un porquero extremeño.
Estrella
Sería imposible sin ella
ni regir ni articular,
encauzar o digerir
el follón de gran calibre
de esa manada plebeya
que se llama dieznoslibre
¡Menos mal que ahí está Estrella!
Porque es toda una epopeya
controlar el pormenor
e imponerse al clamor
de esa jauría de grillos
donde el orden no hace mella
y el cachondeo explosiona.
Cuando hay que apretar tornillos
es el atornillador de Estrella
siempre el que mejor funciona.
Todos aquellos y aquellas
que componen el plantel
saben que, gracias a Estrella,
lo que sería un burdel
funciona como un hotel…
¡Un hotel de 5 estrellas!
Eva
Esta antigua aprendiz
que ahora a la cumbre llega,
esta actriz,
esta valkiria gallega,
nórdica de raíz
por el feliz apego
de un gallego a una noruega,
ésta, esta es Eva.
Con esas bellas raíces
que de sus padres sustrajo,
ramifica simpatía
y da frescura y desparpajo
dentro de esta compañía.
Como árbol, bien plantada,
mueves los brazos e imitas
las ramas y las hojitas
que adornan ciertas escenas.
Como árbol, concienciada
nos traes siempre a las cenitas,
de postre, esas palmeritas
que ¡Ay, Dios, cómo están de buenas!
Félix
Félix parecía un colgado
-¡y mira que es hombre abierto!-
cuando llegó y nos contó
que él era todo un experto
en hacer papel de ahorcado.
Y al final se descolgó…
y cambió de ahorcado a muerto.
Se quedaba tan inerte
con todo su cuerpo yerto
y se daba tanta maña
que, después de hacer de muerto,
dio vida a la propia Muerte,
esa que va con guadaña.
De muerto, era cosa rara
que, con lo experto que es,
la espada la colocara
sobre él, pero al revés:
con la punta en plena cara
y el pomo hacia sus piés.
¡Vaya desliz de aprendiz!
Lo arriesgado del asunto
no dejaba de inquietarme.
¡Pero no seas infeliz!,
me dijo Félix, al punto,
es para poder rascarme
si me pica la nariz
mientras hago de difunto
Jose María
Poca gente suponía
que así, piano, piano,
menos tarde que temprano
vendría de golpe el salto
que auparía a José María
a hacer el papel de enano.
Su aventajada estatura
no supuso para él falla:
gracias a su inclinación
por el reto inhumano
supo estar bien a la altura,
con calambre en el riñón,
para poder dar la talla
al encarnar a un enano.
Peor le salió la voz,
chirriante, burda y loca
que, con Diego y Paradinas,
formaba orquestina atroz
cada vez que abrían la boca.
Luis
Es lo que tiene el teatro,
que después de programar
con cuidado y ensayar,
si viene algo mal dado
te echa por tierra el trabajo.
Le pasó a José María,
que tiene la desventaja
de viajar donde trabaja
y trabajar donde viaja.
Y con un ritmo tan pleno
que la fecha del estreno
a él le venía fatal.
Se lo dijeron a Pal
y ella exclamó ¡Qué decís!
¡Por en medio me partís
mas no soy de las que huye!
¡Ahora mismo llamo a Luís
y así Luís te sustituye!
Luís se presentó veloz
y se metió de hoz y coz,
con precisión y al minuto,
en el enano gruñón.
Y le dio voz y pasión,
gracias a su vozarrón,
a ese enano diminuto.
Nuestros actores son de estos
que, cuanto menos les pagas
y menos caso les hagas
les encuentras más dispuestos.
Magdalena
Mezcla de buena persona
y profesional de la escena
si hay algo que no funciona
sonido, iluminación…
o una actuación de pena,
llamamos a Magdalena
y en un zas lo soluciona.
Magdalena es de otra liga
pero nos da su receta
de experiencia y buen hacer
sin sentir vergüenza ajena.
Y no es ya lo que te diga
-porque ella es muy discreta-
si no lo que te hace ver
Generosa hasta el fin
se remanga sin empacho
pese a ser, de muy atrás,
prima de los Ruiz de Assin,
que eso es ser el no va más,
según nos ha dicho Nacho.
Deseamos en este acto
no perder jamás a Broto
y mantener el contacto
incluso cuando va en moto.
Marion
No queda lejos el día
en que Marion se escondía
cuando íbamos a ensayar.
¡Sus padres y otros chalados
grotescamente ataviados!
Y su casa, algo tan suyo,
-todo bochorno y barullo
cuando el ensayo comienza-
y donde pasa tal vergüenza
que pasa de estar en casa.
Por fin, por no hacer descuadre,
optó por seguir el rastro
del plumilla del padrastro
y de la friki de su madre
y meterse en el teatro.
Hoy, que ha sido su canción
toda una revelación,
hoy, que su interpretación
ha alcanzado ya los grados
de rigor y de excelencia
a que nos tiene acostumbrados,
hoy, que ve con sus propios ojos
cómo estamos de orgullosos,
hoy piensa, una vez ahí:
A pesar de los desmadres
y el bochorno que sentí,
si ahora fuese la que fui
iría a decir a mis padres:
“Sa-cad-me de aquí…“
Mónica
Se ha hecho una actriz icónica:
camaleónica, ejemplar,
muy precisa e insumisa.
Si no nos viniera Mónica
la tendríamos que encargar.
Y una así, no se improvisa.
Con encantos infinitos,
su hablar y su cautivar
emprenden juntos el vuelo.
Tanto que, siete enanitos,
aprendieron a volar
para no pisarle el suelo.
¡Ah, la del dulce semblante!
¡La artista que a simple vista
da luz y conquista el cielo!
Como le pisen el suelo
se convierte en un instante
en la niña del exorcista.
Monti
El actor, en su pasión,
busca un marco de actuación
con el que él mismo concuerde
y sea su propio reflejo.
Pero Javier Monteverde
quería el marco y el espejo.
Sin espejo, nos decía,
como que no se veía.
Estas son cosas del ego.
Y como el que hace esas cositas
siempre es Diego,
lo fabricó, el muy manitas.
Con todo su ego, Monti,
no hacía más que poner caritas,
cogerle apego al espejo
y encender sus lucecitas.
Diego, que es de buena pasta,
un día le increpó de bruces:
¡Deja las luces, so plasta.
Mejor, estudia de pleno,
que luego la luz se gasta
y por estas, que son cruces,
te vas a quedar sin luces
justo el día del estreno!
Nacho
Fue entregarle a Nacho en mano
el papel de Baudolino
y ya hablaba el italiano,
Nacho, mejor que Boccaccio,
Petrarca o Tomás de Aquino.
Aunque el verso aparecía
en castellano genuino,
Nacho estaba tan inmerso
en hacer de Baudolino
que lo leía y decía
en quejumbroso italiano.
Pero en la rima es axioma
que quien la lee y la recita,
ha de usar el mismo idioma
en que la rima fue escrita.
Y no hacerlo así es perverso,
pues pasar del castellano
a un italiano sublime
impide que la rima, rime,
que es lo bonito del verso.
Era imposible aplacarle,
él seguía traduciendo.
Hasta hubo que amenazarle
con que no saldría luciendo
ya ningún bonito atuendo,
lo cual le dejó hecho cisco.
Ahí respondió “lo comprendo”,
no dijo ya “io capisco”.
Pal
Al final, otro año, otro teatro.
La rueda monumental
de reír, de estudiar,
de ensayar y cenar
y de hacer lo que se pueda;
la rueda que mueve Pal.
Y en los radios de esa rueda,
la rutina teatral:
los versos repetidos,
los gintonics compartidos,
los ratos aquellos
tan queridos, tan bellos
de estar con los amigos
para meterse con ellos.
Y tú y yo: lo habitual,
los nervios, los agobios,
la rutina de aguantarnos,
de abroncarnos,
de pensar en separarnos
y de volver a ser novios.
Y al final de este teatro,
de la fiesta, de la vida,
al final…
me quedas tú siempre, Pal,
mi rutina y mi alegría,
mi vida de parte a parte.
Yo también hago teatro,
y exagero mi valía,
intentando algún día conquistarte.
Queches
Lo que hace de él un portento
a la hora de actuar
es que sabe acentuar
e imitar cualquier acento
que le pidas imitar.
Es tan minucioso Queches
que, por lograr el control
del acento que le eches,
lo ensaya de sol a sol
hasta empaparse los poros.
Y no descuida un bemol
buscando en youtube y foros
y otros registros sonoros
el acento de los moros
cuando hablan en español.
Dábamos por descontado
que, ahora que ha dado el paso,
de hacerse un hombre casado
fuera ya menos payaso.
Pero no, no ha sido el caso.
Por rutinas del guion
tiene a veces que entonar
alguna que otra canción
que de su papel irradie.
Y eso ya es otro cantar…
Perfectos no somos nadie
Roberto
Roberto es de tal pulimento,
tan educado y tan fino
que ponía el mismo acento
para rey o campesino
en el mundo de los cuentos.
Para gestos de paleto
resultó ser un negao.
Aunque todos le enseñamos
con muchísimo respeto
a escupir de medio lao,
comer paella con las manos,
sacar mentón al hablar,
reír como los borregos,
o rascarse algo los huevos
antes de una decisión,
todo chocó contra el muro
de su buena educación.
Pero es un fino con tino:
tiene el don inigualable
de ocupar, muy sibilino,
el butacón reclinable
que es, en nuestro salón,
un sillón más confortable
que cualquier otro sillón.
Y tampoco nos da pena
que, cuando anuncian la cena
y aumentan los barullos
buscando el mejor encuadre,
éste es de los que se sientan,
no ya a la diestra del padre
sino a ambos lados suyos
Saimon
El que nunca se levanta.
Ese hombre que, sentado,
va armonizando un trenzado.
de tejido musical.
El que ayuda a cada cual,
con suavidad y mucha calma,
a honrar el rito sagrado
que más nos calienta el alma,
que es cantar.
Es ese Saimon tan nuestro:
el piano que escabulle
los fallos de actores y actrices.
Dices “¡música, maestro!”
y todo lo nuestro fluye.
Y porque reparte juego,
porque nos pone en acción
cuando su música brota,
para hacerle la pelota
hemos seleccionado un presente
que viene a ser justamente
el balón de nuestra Selección.
Silvia
Lo bueno es que en los ensayos
nuestro querido plantel
en el papel no hace fallos…
pues no se sabe el papel.
¡Qué jornada agotadora,
que situación tan equívoca!
Silvia, susurrando a toda hora,
más que una apuntadora,
parecía una ventrílocua.
¡Maditos!
Se lo sabían tan mal,
eran a veces tan burros,
cabreaban tanto a Pal
y Pal se ponía tan tibia
que alternando a Pal y a Silvia
se oían gritos y susurros.
Silvia ha sido un asidero.
Y en su gesto hay tal rasero
de colegio distinguido,
de talante contenido,
de educación con dinero
que la gente ha repetido:
“Será una amiga de Vero.
Si no, de dónde ha salido”.
Vero
Dulcemente emperrada
en atarlo todo bien,
concienciada, seriecita,
ya desde muy pequeñita
quiso Vero ser un hada
que anota sobre un tablero
y rige con su varita
el cuándo, el cómo y el quien.
Un hada buena, ya ven.
Exquisita. Organizada.
Aunque diga, con risita,
que ella es un poco pesada.
Y aunque el orden es su rol
y su cabeza un tablero,
aunque incluso el mismo sol
ha de pasar un control
si pasa cerca de Vero,
ella dio este año el salto,
dispuesta a desmelenar,
y fue capaz de mandar,
de gritar a boca llena
y de echar los pies por alto
y hacer mágica la escena.
¡Ahí es nada ese viraje!
¡Eso solo lo hace un hada!
Y es que oculta con tesón
una cesta de pasión
que tapa y no manifiesta
Y que tiene un corazón
que es como este casoplón
que presta para esta fiesta.