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Antonio

 

En viveza y simpatía siempre atinas,

no se borra nunca en ti esa consigna.

Se te escucha por todas las esquinas

y eres ya, en todo foro, paradigma

de cotorra y de loro, Paradinas.

Teatralmente, tu lección,

fue lograr cambiar a saco

tu sobria modulación.

Era tu tono algo opaco

para que el papel fluyese:

un cruce entre GPS

y máquina de tabaco.

Modulaste con constancia arrolladora

y aunque eres comedido y exquisito,

arrastrabas tras de ti a la directora

increpándote, al final, a voz en grito:

¡Hijo, Antonio, por favor, calla un poquito!

 

Bita

 

Cuando Dios abrió la espita

del talento teatral

dijo: ¡Uy, esto pa Bita!

Y se lo entregó tal cual.

Cuando trabajó a destajo

en la Creación Yavéh,

paró y sentenció de cuajo:

“el sábado no trabajo

porque actúa Bitaubé”.

¡Qué harían el tozudo maño,

el falsario, el rampante,

el funcionario intrigante

que emborrona cuanto ve,

sin ese altísimo escaño

que deben a Bitaubé?

 

Candela

 

Candelita, qué lindo es crear.

Tu aliento es ya la esencia

del buen diseñar.

Yo siento, en el alma,

una alondra cantar

tu atuendo.

Candelita:

te voy a contar un cuento.

Esto érase que se era

una muchacha preciosa

que, además, era una diosa

con la tela y la tijera.

Sin un inicial muestrario,

a una troupe teatral

le hizo todo el vestuario.

¡Qué precioso se revela

cualquier toque indumentario

a la luz de esta Candela!

 

Clara

 

¡Qué adaptable elegancia la de Clara!

Un estilo sutil pero exigente

hace de ella una actriz polivalente,

sea columna, sea zócalo o mampara.

Cuando actúa, en su mirada se insinúa

toda un aura resuelta y asustada;

y ese hondo confín de su mirada

en temor y en pasión arde y fluctúa.

Una gran ambición de intensidad

guía en Clara su paso por la vida.

Su voz grave le canta a esa verdad

con la que ella va jugando una partida.

 

Diego 

 

Nunca deja para luego

lo que ahora hay que montar.

Puesto a armar y desarmar,

nos deja el cuarto de estar

como teatro que da el pego:

listo ya para ensayar.

Como actor, no tiene ego.

De eso, este grupo es testigo:

Nunca donde dijo “digo”

te dice que dijo “Diego”.

Ingeniero inteligente,

señor de tuerca y serrín,

polemista con dominio,

nuestro Diego Ruiz de Assín

se ha fijado una meta prominente

porque lleva una veta de Tocinio.

 

Estrella

 

Regir labores distintas

en esta mini epopeya

fue vital e imprescindible.

Y hubiera sido imposible

si en este proyecto-estrella

no estuviera Estrella Sintas.

Destella, toda ella aplicada.

Con su sonrisa, amanece.

Y deja, en silencio, su huella.

Y cuando todo florece

y sin embargo, parece

que aquí no ha pasado nada

quien ha pasado es Estrella.

Dieznoslibre corrobora

que, si hay una buena Estrella,

esa es nuestra regidora.

​

Javier

 

Se va de un tiempo notando

que sirve de comodín

para lo que haya que hacer:

si argumentando es Javier

cantando es un Ruiz de Assín.

Aún festivo y bailarín

alza siempre el banderín

de un amplísimo saber.

Si aquello es por Ruiz de Assín

esto otro es por Javier

Es siempre dado a la fiesta,

y a que, con su buen hacer,

esa fiesta sea un festín.

Y esto es tanto por Javier

como por ser Ruiz de Assín.

 

Jose María 

 

Decía que él aquí no se veía,

que temía que iba a hacer un papelón.

Pero ya la cosa no funcionaría

si no está Jose María en la función.

Además de actuar con sangre fría

y alegrar con sus gintonics mucho el bar,

¡con la fuerza y la estatura de una grúa

ni un cambio de attrezzo se desvía

si está Jose María López Rúa!

Este Jose siempre atento y cariñoso

deja siempre su tarea bien resuelta.

Cumplidor, encantador y escrupuloso,

parecía un gallego algo soso,

pero el celta se nos ha dado la vuelta.

 

Luis

 

Su historial como actor es ya robusto.

¡Que su timbre gutural resuene y vibre

tras un lustro trabajando en Dieznoslibre!

Ya intuís después de esto, que aquí Luis,

va ganándose una placa ¡Y hasta un busto!

Buen actor y sagaz observador

del doblez que nos sirve de pantalla,

cuando encarna con rigor a un senador

su papel es tan sutil que se subroga

por debajo de la toga, en el canalla.

 

Magdalena

 

Plena de arte y de reflejos,

soberana de la escena

al momento de salir,

se la ve venir de lejos

cuando llega Magdalena.

Absorbe esa escena y la llena.

Le chupa allí hasta la vida

a un público embelesao…

como hace la magdalena

que se deja sumergida

en el tazón de cola cao.

Canta, baila e interpreta

sujeta a su propio prisma

de esperpento y calidad.

Retrata con su paleta

la cómica liviandad

que tiene la vida misma.

 

Marta

 

Del salón en el ángulo oscuro,

encarnada fielmente por Marta,

para pasmo y sorpresa de todos

surgía Cleopatra.

¡Qué difícil volver a la vida

a esa reina tan sofisticada!

Pero Marta la fue reanimando

porque es mucha Marta.

¡Qué sutil modeló su retrato

con el verbo y con la cuchillada!

Faraonas de todos los tiempos:

¡Dejad paso a Marta!

​

Mónica

​

La secuestra el sentido del deber,

mas les da un precioso colorido

a sus armas de mujer en la palestra:

ahí se ve a su timidez palidecer.

Hay que ver, ¡Ay, Dios mío!, Haymenestra.

Con la faz de ama de casa decorosa

de la senda de virtud no se desvía;

otra cosa es cuando suelta la ironía:

no veas tú cómo cambia ahí la cosa.

Sale el sol como en otro nuevo día

y la tarde se hace dulce y sinfónica

cada vez que llega aquí Jose María

con ginebra, con tónica y con Mónica

​

Nacho

​

Nos hacía falta un guapo de inmediato

aunque fuese mentecato en virtuosismo.

Y fichamos a Nacho por contrato,

que además nos ha salido muy barato

porque el guapo es pagado de sí mismo.

 

Actor de una eficacia muy expresiva,

y talante utilitario de ordinario,

a la hora de actuar se viene arriba,

que es lo típico que pasa con la Diva

una vez se ve subida al escenario.

 

Una vez encumbrado, a esta fecha,

prenden ya en este actor, como una mecha,

dos anhelos que escondió desde muchacho:

que le den buena acogida aun siendo Nacho

y dar vida a personajes de Derecha.

​

Pal

 

Hay un calvario tal

-aunque esto no se dice-

entre guión y escenario

que, si no fuera por Pal,

más que un teatro precario

sería esto el Circo Price.

Libretos, ensayos, vestuario,

actores inquietos

a los que aglutina

la adorable indisciplina

de hablar en vez de atender,

beber con gana y reír,

tender siempre a interrumpir

y, en fin, joder la marrana.

Y ese camino diario

Lo hace Palito con tino,

Con ilusión y cabeza,

Con la robusta delicadeza

De un empeño femenino.

Para quien lo es todo ahora

en este teatrito nuestro:

Mi amorcito. Mi musa.

Quien de verdad lleva esto:

Nuestra Pal, la directora.

 

Patricia

 

Hay quien dice sin dudar

que hizo falta emborrachar

a la dulce Berenice

para animarla a actuar.

Aunque ella lo minimice

su debú fue gran primicia.

Y resultó una delicia

-como todo el mundo dice-

que, detrás de Berenice,

tuviéramos a Patricia.

 

Queches

 

Es despachado y audaz.

Hace reír a la gente.

Su discurso es convincente

por lo falso y eficaz

que es siempre, hablando, un letrado.

Un actor en el estrado

con toga y nariz postiza:

eso que caracteriza

a un híbrido muy logrado

de payaso y abogado.

Queches es actor dotado

de estatura y desparpajo

(no consta si es tan dotado

de cintura para abajo).

 

Roberto

 

Es tan cierto que Roberto

es hombre abierto

y actor generoso y sin reparos

que a cualquier labor de escena dice “amén”.

Y encima compra cena en sitios caros

y después friega esa cena él también.

Cuando encarna a un patricio patriotero

mujeriego, corrupto y venal,

a él le sale de forma natural

sin poner en ello esmero ni artificio.

Es agudo, aplicado y despierto.

Tiene acierto y un amplísimo bagaje.

Si te embarcas en hacer algún fichaje

llegarás a buen puerto con Roberto.

 

Saimon

 

Amarrado al duro banco

que un piano bar espesa,

ambos ojos en la noche

y ambas manos en la tecla,

toca Saimon Simonet

con tanta benevolencia

que allí canta todo el mundo

y se cree José Carreras.

Liviano,

delicado

o juguetón, su piano.

Convocando al corazón

o a la nostalgia

al galope de su mano;

Intimista y mundano,

camarada de los náufragos nocturnos

o de los que osan cantar y hacer teatro.

Creyente del Atleti de Madrid…

Hombre de fe.

Inmenso Saimon.

 

Sergio

 

Sergio, gracias por dar luz, profesionalidad y sensibilidad a nuestro montaje. Desde las

butacas te hemos visto usar los focos como

pinceles, como auténticos poemas. Y todo

ese lujo técnico y artístico de tu iluminación

lo has dado sin cobrar un céntimo. Este

ibreto es solo para que no se te olvide lo

estupendo que estuviste con nosotros y lo agradecidos que te quedamos.

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